Bueno, mañana envuelvo mis cositas de nuevo, las meto dentro de la maleta y echo una sábana por encima de mi casa; me voy a la playa otra vez, esta vez a la Costa Dorada. Me iré con mi mami y con mi hijo al que no veo desde hace cuarenta y un días y unas horas... ¡qué ganitas tengo Dios mío de abrazarle, besarle, charlar con él e inundar mis oidos con sus aventuras, sus experiencias, con todo lo que tiene por contar. Llega del nuevo continente con mil cositas en un saco para guardarlas en su recuerdo y para derramarlas aquí. Me llamó anteayer para decirme que le pidiese vez en la peluquería, quiere cambio de imagen (esta adolescencia está llegando deprisa): de la melena a una cresta punk...a él todo le va bien. En cuanto le corten el pelo, nos metemos en el coche y abandonamos la ciudad rumbo a la playa, con unas ganas locas de mar, sol y arena; con ganas de disfrute de mi niño, de mi madre; con ganas de divertirme, de nadar y bailar. Y al mismo tiempo dejo la ciudad con una cierta penita... no veas cómo estoy disfrutando últimamente... esas tardes de río, esas noches de risas... tantas fotos que dejan plasmado el disfrute inmenso de las horas compartidas... Me voy con una paz que no había sentido hace bastante tiempo.
Así que no llaméis al timbre, que no estamos.
Nos vemos.
3 comentarios:
menos mal que no venimos...
No fastidies que ya es 2 de septiembre y aquí na de na. A ver qué va a ser esto.
A ver si espabilamos, que estamos ya a no sé cuántos de septiembre. Caramba.
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