No hace frío pero tampoco calor. Un sol algo agotado me acompaña entre calles y llego a casa.
La sombra de los árboles que vigilan el camino no me hacen falta hoy, pero ellas se intercalan entre la solana dándome la bienvenida a casa después de la jornada laboral.
Mi estómago me recuerda que se acerca la hora de comer y acaba encogiéndose del todo cuando abro el buzón que dispuse a la entrada de mi nido, sujeto sobre un poste y con cabida para albergar cuantas misivas quieran enviarme, y la veo.
Distingo su caligrafía entre las otras cartas y el remite me confirma su procedencia. Ha viajado entre puertos para repicar en mi buzón.
Mi ritmo cardiaco se acelera.
Lanzo el resto de las cartas a una mesita que hay a la entrada y con un taconazo cierro la puerta tras de mí.
Rompo el lacre que protege el lazo y mis ojos se zambullen a un mar en el que me siento flotar, libre, sin gravidez.
Le siento cerca. Ha viajado hasta mí transportado sobre sus letras, regalándome su amor envuelto en palabras.
Lo recojo y lo albergo en este corazón que late más deprisa de lo habitual.
Un suspiro guardando su carta en el sobre que la trajo hasta mí me devuelve a mi respiración relajada.
Y decido pasear mi día con sus sentires.
Me guardo su cariño en el bolsillo de mi pantalón y caliento la comida.
Hoy comeré canelones de mamá, un manjar para mi paladar.
La sombra de los árboles que vigilan el camino no me hacen falta hoy, pero ellas se intercalan entre la solana dándome la bienvenida a casa después de la jornada laboral.
Mi estómago me recuerda que se acerca la hora de comer y acaba encogiéndose del todo cuando abro el buzón que dispuse a la entrada de mi nido, sujeto sobre un poste y con cabida para albergar cuantas misivas quieran enviarme, y la veo.
Distingo su caligrafía entre las otras cartas y el remite me confirma su procedencia. Ha viajado entre puertos para repicar en mi buzón.
Mi ritmo cardiaco se acelera.
Lanzo el resto de las cartas a una mesita que hay a la entrada y con un taconazo cierro la puerta tras de mí.
Rompo el lacre que protege el lazo y mis ojos se zambullen a un mar en el que me siento flotar, libre, sin gravidez.
Le siento cerca. Ha viajado hasta mí transportado sobre sus letras, regalándome su amor envuelto en palabras.
Lo recojo y lo albergo en este corazón que late más deprisa de lo habitual.
Un suspiro guardando su carta en el sobre que la trajo hasta mí me devuelve a mi respiración relajada.
Y decido pasear mi día con sus sentires.
Me guardo su cariño en el bolsillo de mi pantalón y caliento la comida.
Hoy comeré canelones de mamá, un manjar para mi paladar.
4 comentarios:
Creo que fue Saramago quien dijo en una ocasion que jamas una lagrima podra emborronar un correo electronico.
Asi que me vas a tener que dar la direccion para enviarte una misiva.
Feliz Viaje.
Preciosa, yo tb tengo una carta...
La he enviado a tu correo, así que por favor, antes de que cojas tu maleta, mira de nuevo tu buzón...
Gracias y ¡Jo! ¡Qué ganas tengo de verte!
Oye... hay un renglón que se mueve solo. :S
Esto es muy raro eh. Aquí pasan poltergeist de esos. Miedo me da volver...
:O
A MONOCAMY: Sabía que ibas a pasar por mi casa... así que una bruja amiga mía, me dio la solución para encantarte: "Palabras movedizas"
Besos de no tengas miedo y vuelve cuando quieras que te cuidaré bien.
PD: ¿Por qué te vistes de negro?
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