Después de un “rato” sin escribir en mi blog me apetece hacerlo hoy, día de la Paz.
Llevo una semana trabajando con mis peques cuestiones afines a esta hermosa palabra de tres letras.
Con ellos hemos exprimido su significado, hemos hecho alegorías y comparaciones, intentando comprender el maravilloso mensaje que entraña.
Yo, por mi parte, intento encontrar esa paz interior que se me quedó extraviada, qué sé yo dónde.
Pero ya vuelvo a respirar acompasadamente y me entrego al sueño durante la noche entera.
Llevo dos noches sin pesadillas aunque durante el día todavía no logro deshacerme de ellas.
A veces pienso que no sé elegir bien mi senda y ese pensamiento me tortura. Sé que son pensamientos erróneos, pero no logro apartarlos de mí.
Necesito volver a ver la vida llena de colores para que su mezcla se convierta en la luz que necesito.
Aquí os dejo una historia que hemos creado con mis peques en clase, un lindo homenaje a la paz en el día que nos dejó Gandhi, uno de los mayores exponentes y practicantes de la PAZ.
Llevo una semana trabajando con mis peques cuestiones afines a esta hermosa palabra de tres letras.
Con ellos hemos exprimido su significado, hemos hecho alegorías y comparaciones, intentando comprender el maravilloso mensaje que entraña.
Yo, por mi parte, intento encontrar esa paz interior que se me quedó extraviada, qué sé yo dónde.
Pero ya vuelvo a respirar acompasadamente y me entrego al sueño durante la noche entera.
Llevo dos noches sin pesadillas aunque durante el día todavía no logro deshacerme de ellas.
A veces pienso que no sé elegir bien mi senda y ese pensamiento me tortura. Sé que son pensamientos erróneos, pero no logro apartarlos de mí.
Necesito volver a ver la vida llena de colores para que su mezcla se convierta en la luz que necesito.
Aquí os dejo una historia que hemos creado con mis peques en clase, un lindo homenaje a la paz en el día que nos dejó Gandhi, uno de los mayores exponentes y practicantes de la PAZ.
Paseaba entre calles en una mañana más apagada que soleada cuando al llegar a una plazoleta contemplé cómo unos individuos, en su afán de protagonismo, discutían entre ellos intentando convencer a los demás de la importancia de su color.
- Yo soy el más importante. Sin mí no existirían los campos. Soy el color del arbolado y del chiste pícaro - argumentaba el color verde manteniendo un tono de templanza en la discusión.
- Eso es imposible- le acalló el rojo, encendido y encolerizado. Sin mí no existiría la pasión. No podrías saber qué es el calor ni el fuego ni la intensidad del corazón.
- ¡¡Tonterías!! - repuso el azul. ¿Qué sería de vosotros sin el cielo y el mar? ¿Dónde dormirían la luna y las estrellas, dónde descansaría el horizonte del mar sin mi color? - les preguntó esperando respuestas que no encontró.
- Conmigo es posible el amor. Soy el que enamora, la fresa del cortejo - repuso el rosa en un tono conciliador.
Unos gritaban más que otros, pero todos se pavoneaaban, irguiendo sus cuerpos como pavos reales cuando intervino el amarillo:
- ¿Habéis pensado en mí ? Soy el color del trigo y del pan que coméis. Soy la tonalidad que da calor a vuestros cuerpos. Estoy en los rayos del sol.
Un color, algo aberenjenado intervino sin mucho éxito apostillando que él era el color de la Semana Santa.
Tras esta intervención, el azul oscuro aportó su opinión:
- ¿Podríais descansar sin mí? No puede haber días sin noches, ni trabajo sin descanso reparador. ¿Qué sería de vosotros sin mis horas de oscuridad? ¿Acaso podrían vuestros sueños salir a pasear?
- Un momento, un momento- intervino con mucha energía el color naranja. ¿Cómo podrían desnudarse los árboles sin mí? Sería inconcebible la llegada del invierno pisando los talones al verano. ¿Qué sería del poeta que se inspira en mi estación de ocres?
El color marrón, rezagado en el grupo, intentó convencerles de que la tierra era de su color, la tierra a la que todos estaban anclados, la tierra fértil que les ofrecía los frutos de la vida.
En esas llegó el color gris y antes de que empezase a hablar, todos se avalanzaron sobre él, acallando sus argumentos. Tan acalorados estaban que comenzaron a empujarse, y tras los empujones, a caerse.
Un viento endiabladamente fuerte hizo su aparición y tras formar un remolino, succionó a todos los colores. Comenzaron a girar y girar y de pronto una luz blanca empezó a brillar en la plaza.
El color blanco les empezó a hablar con ternura. Les habló de la libertad y del respeto. Les habló del entendimiento y del compartir. Les habló de lo valiosos e importantes que eran todos y cada uno de ellos en particular, pero sobretodo, les habló del valor que cobraban cuando actuaban juntos aunando sus fuerzas para conseguir esas metas infinitas que hacen del mundo un hogar de paz.
Bueno chicos y chicas, regreso porque no es escribir lo que me causa daño, no sois vosotros y vosotras, los que me visitáis y me regaláis vuestros comentarios los que me conflictuáis. Son otras connotaciones del mundo de la blogosfera las que me tenían (tienen) un poquitín frita, pero de esas voy a pasar y voy a seguir escribiendo desde mis entrañas, me lea quien me lea, y entre quien entre.
(Os he echado de menos, que lo sepáis, cositas lindas)
Aprendiza de risas,